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Cómo lograr la transformación digital desde la gestión de riesgo

La transformación digital de las empresas es un hecho. La pregunta ya no es si implementarla o no, sino cómo.

¿Qué es la transformación digital?

Consiste básicamente en el proceso mediante el cual una empresa alcanza una madurez digital, se sofistica mediante la adopción de soluciones tecnológicas de gestión adecuadas, y se conecta más con las necesidades de sus clientes mediante una presencia sólida en Internet.

¿Influye en la gestión HSEQ?

La respuesta es: sí, y mucho. Las empresas están implementando cada vez más tecnologías innovadoras en el ámbito de gestión de riesgo, especialmente en análisis predictivo, inteligencia artificial, realidad virtual, sistemas de alertas de seguridad, seguridad móvil a través de equipos celulares, centinelas y drones digitales, etc.

Las mejoras en este ámbito están dando como resultado adelantos en el desarrollo de tecnología enfocada en la gestión de riesgo. Entre ellos:

Este desarrollo de nueva tecnología enfocada en la gestión de Seguridad y Salud Ocupacional (SSO) provee de instrumentos y cambios en la cultura de la empresa que también pueden fortalecer y catapultar la transformación digital del negocio que los implementa.

Ahora bien, no hay un consenso global sobre cómo migrar la gestión de procesos del negocio hacia un manejo 100% basado en el uso de herramientas tecnológicas. No obstante, existen algunas guías prácticas para el proceso de digitalización del negocio que también aplican para la correcta gestión HSEQ, que recomendamos a toda compañía seguir: Ser proactivo, no reactivo. Al igual que la gestión de riesgo, no hay que esperar a que ocurra un problema para buscar una solución. En el caso de la transformación digital, esto significa anticiparse a la competencia. Muchas veces, las empresas se preocupan más del hábito que dejan atrás que de la nueva práctica que están por implementar.

Por eso las startups que comienzan ya “tecnologizadas” llevan la delantera, porque la gestión basada en la nube y el uso de herramientas digitales forman parte de su core business. Así, les es más fácil buscar nuevos nichos de mercado y crean nuevos servicios en base a esta “naturaleza”.

O todos, o ninguno. La empresa en su totalidad debe remar hacia el mismo lado, no por partes. Una gerencia no puede continuar operando análogamente mientras el resto implementa tecnología de punta. Un área HSEQ no gana mucho siendo la única en implementar tecnología de gestión de punta, si el resto de la compañía funciona manualmente.

Sin embargo, encontrar el equilibrio es complejo; la compañía debe ser capaz de digitalizarse a un nivel que acomode al negocio y a la vez que no asuste o genere incomodidad a sus colaboradores y administrativos. Mal que mal, son ellos los usuarios de la transformación.

Enfocarse en el resultado, no en la tecnología ni en el proceso. El cielo ya no es el límite cuando se trata de operar en el mundo virtual. Todo está a un click de distancia, así que las restricciones físicas ya no son excusa para que la empresa no crezca. Ahora el negocio, más que nunca, debe enfocarse en lo que sabe hacer: vender. Y para eso hay que rediseñar las metas y las estrategias para alcanzarlas usando la tecnología como palanca.

En este aspecto, con la ayuda de herramientas tecnológicas, la gestión HSEQ pasa a formar parte del negocio y debe contribuir a cumplir con las metas de la empresa al igual que la gerencia general o de operaciones.

Derribar barreras. Muy relacionado con el punto anterior: la tecnología acaba con los silos, y cambia la cultura de la empresa. Las estructuras más jerárquicas son las que más sufren con la transformación digital, porque la toma de decisiones se estandariza. El uso de soluciones tecnológicas democratiza la integración entre los datos, los sistemas, la infraestructura y los servicios; fomenta colaboraciones y termina con las barreras de conocimiento. Los liderazgos y cadenas de mando son puestos a prueba.

Lo mismo sucede con la gestión tecnológica HSEQ. Al visibilizar el riesgo, su prevención y mitigación, las relaciones entre colaboradores y trabajo en equipo cambian para mejor. Sin embargo, también aumenta la presión por reducir malas prácticas a nivel de jefaturas, supervisión y planta. Quedan expuestos los malos liderazgos y hábitos de trabajo deficientes, lo que puede generar rechazo entre los usuarios.

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